I
Se murió Gabo.
Y no, no me corté las venas. Tampoco me corté las venas porque la gente se cortaba las venas. Pero me sirvió para un ejercicio de nostalgia de mis primeras lecturas. Todos empezamos con Gabo y es un gran inicio.
Yo empecé con "Crónica de una muerte anunciada". Venía de leer literatura infantil. De leer "Mujercitas" y quizás había sido mejor entrenamiento "Tom Sawyer" y un par de la colección Barco de Papel que tenían sus "twist" que me admiraban.
Pero llegué a Crónica. Y se me movió el piso. ¿Cómo así que me está contando desde ya el final de manera tan bonita que quiero seguir leyendo? Creo que eso me marcó. Leer a Gabo era desafiar las reglas de lo que ya había leído.
Pensando en escribir este post pensé llegar a la imagen en mi cabeza del libro que leí y cuando lo leí. Yo estoy segura que tiene que haber sido por ahí de mis 12 años. Pienso ¿fue antes o después de El túnel? Entonces quizás fue a los 11. Luego acuerdo haberlo leído en el baño de mi casa (sí pues, todos lo hemos hecho). Pero el baño de mi casa en mi recuerdo es el baño de la casa nueva que fue construida hasta 2002. Y eso es imposible. Recuerdo haberlo sacado de la pequeña bodeguita. Es un recuerdo claro. Pero también me acuerdo de la profesora Elena de tercer ciclo y algo con respecto a ese libro.
Entonces me paré. Dije, ya no escribiré el post. No tengo claridad. No tiene sentido.
II
Se me arruinó la tablet. Mi ritmo de lectura bajó mucho. Picándole al teléfono bajé una aplicación para leer libros. Para probarla llegue a mi carpeta de libros "prestados" en dropbox. Y el primero que apareció fue "Formas de volver a casa" de Zambra. Funcionó. Se leía bien. Leí un párrafo. Lo anote para lectura urgente.
Lo olvidé, porque siempre ando en carreras últimamente.
Alberto me prestó su tablet la semana pasada,en lo que se ve si la mía tiene reparación.
Me urgió volver a Zambra.
Soy una niña de la guerra. Soy más Claudia que el protagonista.
Me da escalofríos leer. Pero ahí voy.
Siento que me puedo encontrar con algo. Algo en mí.
III
El estúpido bus de ETN llega tarde para mi regreso de Guadalajara. Es más estúpido porque no tiene conexiones. Ni pantallas individuales. COMO ANIMALES, hay que viajar a la vieja usanza. Saqué la tablet prestada. Revisé las películas guardadas. Películas que no eran mías. Volví a ver los primeros 30 minutos de Vals con Bashir.
Estuve a punto de llorar con las primeras secuencias. Esa donde es tan fácil pensar que recordamos algo que no existió. (ya había hablado de eso acá).
Es terrible, dudo de mis recuerdos, de nuevo. De todo.
IV
Cuando era pequeña, yo era también Teresita. La hija de la vecina. Me inventé una identidad. Me conté una historia que estaba basada en Jem and the holograms. Me iba al patio, me tocaba un arito y me convertía en Teresita. Me era tan fácil creer en la magia. De alguna manera era normal pensar que la gente era más de una. Porque sabía que muchos tenían dos nombres (el real y "el que querían que le llamaran").
Quizás por eso el realismo mágico me cae tan bien. Porque crecí pensando que tenían sentido ciertos sinsentidos. Pero también me recuerda que uno puede ir al patio y dejar el mundo. Yo siempre quise/quiero dejar el mundo, a veces. No es escape porque siempre vuelvo. Es dar la vuelta. Teresita me servía para cenar donde la niña Menche que me daba leche con café, pero yo nunca hubiera dejado mi cuarto para dormir allá.
Y entonces me fundo entre Teresita y mi pasado. Y quizás hoy de adulta, esa fusión me da miedo. Cuando podría haber sido mágicamente natural.
V
Me pienso a mi misma (ególatra o muy buscadores insights). Y pienso en la efervescencia de la vida. A veces me gusta. A veces no. Ya no tengo la manía por querer marcar todo lo que pasa, pero a veces le tengo temor a que nunca sé que haya pasado. Nunca. Por ahí, entre tanta frase del Gabo que veía en mi FB decían que la vida es como uno se la cuenta, o algo así.
Últimamente, quizás siento que estoy apunto de deslumbrar qué tengo algo qué contarme. No sé muy bien qué es. Pero por el momento parece que hilvano cosas como las muertes de escritores, con mis lecturas y mis casuales revisiones de películas. Como que me busco un hilo conductor para decirme algo. Veo esas conexiones porque estoy en búsqueda. Pienso que es casual, mágico: el mundo es un pañuelo y ese pañuelo me quiere decir algo. Pero quizás sólo son narrativas propias. Quizás no terminen en nada más que en una crisis en medio del fin de mi vida de estudiante.
Quizás por eso volví al post. Como ese ejercicio viejo de contar, de contarles.
Se murió Gabo.
Y no, no me corté las venas. Tampoco me corté las venas porque la gente se cortaba las venas. Pero me sirvió para un ejercicio de nostalgia de mis primeras lecturas. Todos empezamos con Gabo y es un gran inicio.
Yo empecé con "Crónica de una muerte anunciada". Venía de leer literatura infantil. De leer "Mujercitas" y quizás había sido mejor entrenamiento "Tom Sawyer" y un par de la colección Barco de Papel que tenían sus "twist" que me admiraban.
Pero llegué a Crónica. Y se me movió el piso. ¿Cómo así que me está contando desde ya el final de manera tan bonita que quiero seguir leyendo? Creo que eso me marcó. Leer a Gabo era desafiar las reglas de lo que ya había leído.
Pensando en escribir este post pensé llegar a la imagen en mi cabeza del libro que leí y cuando lo leí. Yo estoy segura que tiene que haber sido por ahí de mis 12 años. Pienso ¿fue antes o después de El túnel? Entonces quizás fue a los 11. Luego acuerdo haberlo leído en el baño de mi casa (sí pues, todos lo hemos hecho). Pero el baño de mi casa en mi recuerdo es el baño de la casa nueva que fue construida hasta 2002. Y eso es imposible. Recuerdo haberlo sacado de la pequeña bodeguita. Es un recuerdo claro. Pero también me acuerdo de la profesora Elena de tercer ciclo y algo con respecto a ese libro.
Entonces me paré. Dije, ya no escribiré el post. No tengo claridad. No tiene sentido.
II
Se me arruinó la tablet. Mi ritmo de lectura bajó mucho. Picándole al teléfono bajé una aplicación para leer libros. Para probarla llegue a mi carpeta de libros "prestados" en dropbox. Y el primero que apareció fue "Formas de volver a casa" de Zambra. Funcionó. Se leía bien. Leí un párrafo. Lo anote para lectura urgente.
Lo olvidé, porque siempre ando en carreras últimamente.
Alberto me prestó su tablet la semana pasada,en lo que se ve si la mía tiene reparación.
Me urgió volver a Zambra.
Soy una niña de la guerra. Soy más Claudia que el protagonista.
Me da escalofríos leer. Pero ahí voy.
Siento que me puedo encontrar con algo. Algo en mí.
III
El estúpido bus de ETN llega tarde para mi regreso de Guadalajara. Es más estúpido porque no tiene conexiones. Ni pantallas individuales. COMO ANIMALES, hay que viajar a la vieja usanza. Saqué la tablet prestada. Revisé las películas guardadas. Películas que no eran mías. Volví a ver los primeros 30 minutos de Vals con Bashir.
Estuve a punto de llorar con las primeras secuencias. Esa donde es tan fácil pensar que recordamos algo que no existió. (ya había hablado de eso acá).
Es terrible, dudo de mis recuerdos, de nuevo. De todo.
IV
Cuando era pequeña, yo era también Teresita. La hija de la vecina. Me inventé una identidad. Me conté una historia que estaba basada en Jem and the holograms. Me iba al patio, me tocaba un arito y me convertía en Teresita. Me era tan fácil creer en la magia. De alguna manera era normal pensar que la gente era más de una. Porque sabía que muchos tenían dos nombres (el real y "el que querían que le llamaran").
Quizás por eso el realismo mágico me cae tan bien. Porque crecí pensando que tenían sentido ciertos sinsentidos. Pero también me recuerda que uno puede ir al patio y dejar el mundo. Yo siempre quise/quiero dejar el mundo, a veces. No es escape porque siempre vuelvo. Es dar la vuelta. Teresita me servía para cenar donde la niña Menche que me daba leche con café, pero yo nunca hubiera dejado mi cuarto para dormir allá.
Y entonces me fundo entre Teresita y mi pasado. Y quizás hoy de adulta, esa fusión me da miedo. Cuando podría haber sido mágicamente natural.
V
Me pienso a mi misma (ególatra o muy buscadores insights). Y pienso en la efervescencia de la vida. A veces me gusta. A veces no. Ya no tengo la manía por querer marcar todo lo que pasa, pero a veces le tengo temor a que nunca sé que haya pasado. Nunca. Por ahí, entre tanta frase del Gabo que veía en mi FB decían que la vida es como uno se la cuenta, o algo así.
Últimamente, quizás siento que estoy apunto de deslumbrar qué tengo algo qué contarme. No sé muy bien qué es. Pero por el momento parece que hilvano cosas como las muertes de escritores, con mis lecturas y mis casuales revisiones de películas. Como que me busco un hilo conductor para decirme algo. Veo esas conexiones porque estoy en búsqueda. Pienso que es casual, mágico: el mundo es un pañuelo y ese pañuelo me quiere decir algo. Pero quizás sólo son narrativas propias. Quizás no terminen en nada más que en una crisis en medio del fin de mi vida de estudiante.