jueves, 16 de junio de 2011

El ejercicio de seguir

He tenido abandonado este espacio de manera intencional. No he podido. He escrito sobre la muerte de Rafa aquí y acá, pero no lo había querido encarar en este espacio. Mi propio espacio. No había podido. En este espacio conocí a Rafael Menjívar Ochoa y escribir acá muchas veces me da la impresión que él siempre podría venir a comentar. Ay tantas cosas: tantos trolls, tantas historias, que ollas de frijoles, que bailes de la macarena, se pueden leer en los comentarios en mi blog y de todos los de La Casa. Todo eso que sólo es un pequeño reflejo de todo lo que fuimos como La Casa.

El martes pasado -mismo día en que presente mi proyecto doctoral de tesis- se presentó la Antología "Memorias de la Casa", de muchos de los participantes del taller. Estuve ahí vía skype. Algunos mencionaron que era la primera vez que se veían así todos, desde el velorio de Rafa. Yo sonreí, no pude estar en el velorio por la distancia y por el poco desarrollo tecnológico de nuestros días que no ha podido establecer ya la teletransportación como medio cotidiano de transporte. Pero estar ahí en skype con todos, platicar con algunos después de la presentación, oírlos leer sus poemas, muchos los reconocía de cuando los habían leído quizá en el taller, fue muy bonito. Me dio esa sensación de estar y haber estado con ellos. Aunque no lo he visto, hay un libro que se abre y se lee y tiene vida y que debe oler a los Planes de Renderos. Me da la impresión que cuando lo tenga en mis manos, lo abriré y empezará a oírse el bullicio de todos, las risas y los chistes. Así me lo imagino.

Fue algo emotivo para mí. Pero no fue triste. Me di cuenta que recordar no tiene que ser triste. Para nada. Y que todos vamos a seguir y vamos a seguir "el proyecto" que no es un taller literario ni una manera particular de escribir ni nada de secreto (como diría Kung Fu Panda: el secreto es que no hay secreto). Pero no se los puedo explicar, a lo mejor cuando llegue y coma pan dulce con Coca-Cola light con alguno de los del taller, podríamos ponernos a explicar. Pero a mi no me llegan las palabras. Y no creo que se necesiten. Por lo menos no demasiado. A veces en todo esto de escribir, hay que saber hasta cuando sirven las palabras y hasta cuando nos dicen algo importante.

Desde el 27 de abril, cuando sentada en mi cama, no sabía si podía pararme, ha pasado ya mucho. Sigo y sigo. A veces como inercia. Como si la vida nos llevara en esa inercia de seguir, para bien y para mal. Y la muerte, como siempre, me deja los recuerdos, recordándome que la gente que tengo a mi lado no es para siempre. Pero que soy privilegiada por esos momentos en que nuestras vidas se juntaron.

Y hay que seguir, en este blog, y en todo.



1 comentario:

  1. Precioso post amiga, siempre"perdemos" gente querida, pero ese "perder" puede ser una nueva forma de ganar algo: experiencias, emociones, ganas...letras; la ganancia está en uno.

    Un beso.

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