Voy a hacer un ejercicio de "diario" de Psicología de la adolescencia de la institución jesuita en la que estudié buena parte de mi niñez y juventud. Pues es que cuando quiero pensar mi relación con los espacios, mi vida siempre ha sido un desencuentro.
No. No soy víctima del desencuentro estilo novela rosa. Pero siempre han existido distancias por todos lados. Las distancias se deben de medir en términos de que tan posible es que estemos en un mismo lugar. No en kilómetros. No. Por eso siempre he anhelado el don de la ubicuidad, porque la capacidad de estar en varios lugares a la vez controla esa imposibilidad. Juega con las distancias.
Por ejemplo, a mí me hubiera gustado estudiar Letras al mismo tiempo que estudié Economía. Es más me hubiera gustado además estudiar Física y Matemática. Porque las extraño y recuerdo yo que era muy buena para esas dos últimas. Pero también me hubiera gustado ser deportista. De algo. De volleyball.
Soy golosa y por eso quiero ser ubicua.
Entonces he intentado ser ubicua haciendo muchas cosas que me gusta hacer. A veces al mismo tiempo. Por ejemplo escribir este post mientras estoy trabajando una base de datos. Escribir una idea que se me viene para un cuento en medio de una conferencia sobre mortalidad, o bien simple y sencillamente irme a dormir y pensar que soñaré con el trabajo pendiente (de joven me funcionaba mucho mejor).
Entonces pienso que le he ganado a la ubicuidad. Pero entonces me doy cuenta que hay días que quiero despertar en El Salvador y luego regresar a México y pasar la tarde jugando con mi sobrino en Sttutgart. Quiero que realmente exista ese "Salvéxico" o "Mexsalvador" donde vivo, con un pueblo llamado Alemania para visitar. Levantarme y desayunar pupusas. Hacer mi trabajo y luego cenar tacos al pastor deliciosos. Eso es el mundo ideal, si me preguntan.
Avisos parroquiales:
Quizás tener cosas publicadas sea una manera más de alcanzar la ubicuidad, uno puede estar dónde lo lean. Ya van dos columnas mías en La Prensa Gráfica. ¡Espero sean más! Cada una ha sido, sin planificarlo así, de una de mis facetas. La primera fue más recordándome mi lado de fan de la estadística y la segunda de la presentación de los libros Roque Dalton. Les dejo los enlaces.
Sueños guajiros estadísticos - columna del 9 de Octubre
País mío no existes: Roque Dalton en el Zócalo de México - columna del 30 de Octubre
No. No soy víctima del desencuentro estilo novela rosa. Pero siempre han existido distancias por todos lados. Las distancias se deben de medir en términos de que tan posible es que estemos en un mismo lugar. No en kilómetros. No. Por eso siempre he anhelado el don de la ubicuidad, porque la capacidad de estar en varios lugares a la vez controla esa imposibilidad. Juega con las distancias.
Por ejemplo, a mí me hubiera gustado estudiar Letras al mismo tiempo que estudié Economía. Es más me hubiera gustado además estudiar Física y Matemática. Porque las extraño y recuerdo yo que era muy buena para esas dos últimas. Pero también me hubiera gustado ser deportista. De algo. De volleyball.
Soy golosa y por eso quiero ser ubicua.
Entonces he intentado ser ubicua haciendo muchas cosas que me gusta hacer. A veces al mismo tiempo. Por ejemplo escribir este post mientras estoy trabajando una base de datos. Escribir una idea que se me viene para un cuento en medio de una conferencia sobre mortalidad, o bien simple y sencillamente irme a dormir y pensar que soñaré con el trabajo pendiente (de joven me funcionaba mucho mejor).
Entonces pienso que le he ganado a la ubicuidad. Pero entonces me doy cuenta que hay días que quiero despertar en El Salvador y luego regresar a México y pasar la tarde jugando con mi sobrino en Sttutgart. Quiero que realmente exista ese "Salvéxico" o "Mexsalvador" donde vivo, con un pueblo llamado Alemania para visitar. Levantarme y desayunar pupusas. Hacer mi trabajo y luego cenar tacos al pastor deliciosos. Eso es el mundo ideal, si me preguntan.
Avisos parroquiales:
Quizás tener cosas publicadas sea una manera más de alcanzar la ubicuidad, uno puede estar dónde lo lean. Ya van dos columnas mías en La Prensa Gráfica. ¡Espero sean más! Cada una ha sido, sin planificarlo así, de una de mis facetas. La primera fue más recordándome mi lado de fan de la estadística y la segunda de la presentación de los libros Roque Dalton. Les dejo los enlaces.
Sueños guajiros estadísticos - columna del 9 de Octubre
País mío no existes: Roque Dalton en el Zócalo de México - columna del 30 de Octubre