domingo, 30 de octubre de 2011

De ubicuidades y columnas

Voy a hacer un ejercicio de "diario" de Psicología de la adolescencia de la institución jesuita en la que estudié buena parte de mi niñez y juventud. Pues es que cuando quiero pensar mi relación con los espacios, mi vida siempre ha sido un desencuentro.

No. No soy víctima del desencuentro estilo novela rosa. Pero siempre han existido distancias por todos lados. Las distancias se deben de medir en términos de que tan posible es que estemos en un mismo lugar. No en kilómetros. No. Por eso siempre he anhelado el don de la ubicuidad, porque la capacidad de estar en varios lugares a la vez controla esa imposibilidad. Juega con las distancias.

Por ejemplo, a mí me hubiera gustado estudiar Letras al mismo tiempo que estudié Economía. Es más me hubiera gustado además estudiar Física y Matemática. Porque las extraño y recuerdo yo que era muy buena para esas dos últimas. Pero también me hubiera gustado ser deportista. De algo. De volleyball.

Soy golosa y por eso quiero ser ubicua.

Entonces he intentado ser ubicua haciendo muchas cosas que me gusta hacer. A veces al mismo tiempo. Por ejemplo escribir este post mientras estoy trabajando una base de datos. Escribir una idea que se me viene para un cuento en medio de una conferencia sobre mortalidad, o bien simple y sencillamente irme a dormir y pensar que soñaré con el trabajo pendiente (de joven me funcionaba mucho mejor).

Entonces pienso que le he ganado a la ubicuidad. Pero entonces me doy cuenta que hay días que quiero despertar en El Salvador y luego regresar a México y pasar la tarde jugando con mi sobrino en Sttutgart. Quiero que realmente exista ese "Salvéxico" o "Mexsalvador" donde vivo, con un pueblo llamado Alemania para visitar. Levantarme y desayunar pupusas. Hacer mi trabajo y luego cenar tacos al pastor deliciosos. Eso es el mundo ideal, si me preguntan.


Avisos parroquiales:
Quizás tener cosas publicadas sea una manera más de alcanzar la ubicuidad, uno puede estar dónde lo lean. Ya van dos columnas mías en La Prensa Gráfica. ¡Espero sean más! Cada una ha sido, sin planificarlo así, de una de mis facetas. La primera fue más recordándome mi lado de fan de la estadística y la segunda de la presentación de los libros Roque Dalton. Les dejo los enlaces.

Sueños guajiros estadísticos - columna del 9 de Octubre
País mío no existes: Roque Dalton en el Zócalo de México - columna del 30 de Octubre

domingo, 2 de octubre de 2011

Mamá Lita

Dicen que la gente que muere el día de su cumpleaños es especial. Puede ser.

Mi abuela era demasiado especial. Pues para mí, sí. Que es lo que importa. Porque no era más abuela mía que de nadie más. Era una abuela diferente para cada uno de sus nietos, seguramente. Porque dicen que yo puedo tener mi imagen particular porque era su consentida. Su "gorda".

Estoy en México. El lugar donde murió. A veces siento que hay cosas en los caminos que recorremos. Tengo el cuerpo de abuela y mucho de su carácter. Demasiado, a veces.

Cada vez pasa más el tiempo, ya casi veinte años de que me dijeron que murió y yo no lo podía creer. Cada vez mi infancia se vuelve más borrosa. Como si el pasado se acumulara por ahí y se quedara apretadito entre tanto presente. Tanta prisa y tantas cosas.  Y puedo enumerar cosas tan aleatorias como mi abuela pintándose las uñas de azul, del mismo tono del vestido que usaría en la fiesta, mi abuela jugando solitario en la tabla en la sala, mi abuela dándome naranja con una cucharita, mi abuela mandándonos a hacer vestidos donde la niña Manda, mi abuela enojada porque me tomé una foto con mi amiga y ella pagaba el fotógrafo para tomarnos fotos a nosotras no a nuestras amigas (jijiji), mi abuela, mi mamá Lita que no cocinaba más que una sopa Maggi los fines de semana. Mi mamá Lita viendo si me había caído de la parte de arriba del camarote. Mi mamá Lita que mandaba regalos a los cumpleaños si no íbamos, pero que sí íbamos no llevábamos. Los puestos en el mercado. La comida, mucha comida. Revisar la mercadería, ver si no iba a dar de lo "nuevo". Mi mamá Lita que se enojaba si no hacíamos las tareas, mucho, porque teníamos que hacerlas y lograr mucho más que ella. 

Y tantas cosas que quizás ni me acuerdo, pero seguro que están ahí. Porque yo soy mi mamá Lita, en tantas cosas. Feliz cumple. 
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