sábado, 9 de octubre de 2010

Love me, Love me

Tengo mucho tiempo de no hablar del "amor". Pero pues después de discutir mucho, largo y tendido, con los amigos y después de que el amor -o más bien el no amor- sea mi objeto de estudio en mis últimos cuentos, merece una reflexión.

A mis 26 años de vida, me he aceptado a mí misma como una soñadora. Yo creo que es parte de mi naturaleza, pero también fue cuestión de sobrevivencia. Desde chiquita me inventé muchos mundos. Digamos que me recuerdo estar tirada en la cama pensando o más bien soñando despierta. Es una de mis actividades favoritas y me acuerdo haberlo repetido no sólo pequeña, sino ya más grande con algún libro que no me dejaba dormir, con alguna novela, con alguna caricatura, con alguna historia que me inventaba y luego con cualquier amor de esos que dan sobresaltos.

Así pues me fui creando miles y miles de mundos. Y siempre he tenido más de algún amor platónico, o bien, varios al mismo tiempo. Como que cuando mi mundo "real" anda mal, recurro constantemente a crear "películas", en mi cabeza de mundos que no existen: hay diálogos, situaciones. De todo. Y me pongo sumamente creativa. Escribo cuentos, poemas, posts y tuits (¿qué cosa, no?, la vida cada vez es más complicada con tantas manera de expresarse).

Estos días han sido un poco desequilibrados para mí (y que poco tienen que ver con el amor). Por muchas cosas que no vale la pena ventilar en un post, sino más bien con un café y los amigos. Pero el asunto es que me las pase sin amor platónico.

Tenía varios, luego sólo uno y luego no me servía nada. Tenía que vivir lo que estaba viviendo. Y tenía miedo. No tenía manera de sentarme a pensar en otros mundos, tenía que vivir éste. Incluso deje un poco el mundo virtual, porque simplemente, todas las que soy estaban concentradas en no caerse. No fui a muchas fiestas, no fui a muchas cosas, me empecé como a saturar con muchas cosas, no quería mantener reuniones multitudinarias (incluso todavía me afectan un poco, y tengo mis recelos para asistir).

Y fue duro. Es duro. Quizá.

Pero aquí estoy.

Con más cicatrices y lista para escribir de tanto amor platónico se me ocurra. Pero con la certeza de que sé -desde antemano- que es como ir al cine.

Y pues seguro se me antojará ver una película.

Ya vengo, voy por las palomitas.

2 comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...