martes, 8 de febrero de 2011

De San Valentín, comerciales y ser la misma

Pues resulta que siento que vivo en ningún lugar.

Sí.

Así.

Normalmente, por estas fechas me quejaba porque ponían un pinche corazón en todos lados y uno sabía que la publicidad y el marketing hacían que San Valentín -que fue un santo que fue quemado- se le asocie a un querubín con alas, en todo caso proveniente de la cultura griega: Cúpido. El sincretismo de nuestra era. Segurito que ya pronto veremos a Buda y al comercio justo celebrando el día del amor y la amistad (que debe ser una causa justa y salva tortuguitas).

Pero pues vivo, digamos, en mi mundo. Que no es ninguno. Vivo en un departamento normal, en una unidad de edificios normales. Tengo tele, que no veo, porque no tuve tele mucho tiempo. Por el contrario yo escojo mis mercancías culturales que consumo. No me atengo a los horarios y muchos menos veo comerciales. Este finde hubo un puente y aproveché de ir al cine. En el cine vi "Comerciales", tenía mucho mucho tiempo de no verlos. Vi un anuncio de un Renault que tiene responsabilidad social, yo me reí, mucho mucho. En serio. Estaba tan desacostumbrada a la publicidad que se me hacía una jalada que nadie más se estuviera riendo de lo falsísimo de lo que decían. Y me carcajeé y la señora del lado se me quedó viendo feo.

Así es, vivo en mi pequeña burbujita. En los buses leo. Presto poca atención a menos que el Papa-americano, o como sea asalte a decibles inesperados en mi trayecto. Estoy pero no estoy en contacto con muchas cosas. Y eso es bueno supongo. Porque noticias al instante no me faltan, estoy ya casi aburrida de algunas noticias cuando apenas se dan cuenta los demás (las (des)ventajas del tuiter).

Y ahí voy, me siento siempre extranjera. Pero una extranjera que se esconde un poco de la bulla y demás. Ahí detrás de un libro, viendo a veces a la gente, pensando en qué hará de tesis, podrá ver a una Ana caminando el mismo camino casi todos los días y entonces a veces, cuando ando por la Avenida Universidad tengo un flashback de cuando regresaba del colegio en San Salvador, de ir en la Calle al Volcán. Pienso que detrás quizás del Walmart o de Hermanos Vásquez va salir a veces un señor Volcán de San Salvador, porque veo unas montañas así, a lo lejos azulitas y celestes.

Y recuerdo entonces las veces que me quedé en la 30-B hasta la siguiente parada porque por ir leyendo no me bajaba en la que me tocaba.

Al final soy la misma. Y creo que me pone extrañamente feliz.


5 comentarios:

  1. ... Y quienes la admiramos también somos felices de saber que es la misma. Abrazote.

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  2. ay loquita, leerte me recordó a la Heidi recién llegada a la casa de la srita Clara, jajajaja... pero pues eso de esconderse de los anuncios es común para las hormigas, ya ves que el despite es lo nuestro ;) TQM <3 besitos

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  3. me encanta!!! :)

    Porque por gente asi, me invade un sentimeinto de felicidad ya que se me hace que es alguien cuyo destino no me resulta previsible, alguien para quién los caminos de la vida siguen abiertos y llenos de frescura y de posibilidades.

    Me agrada la gente que no sigue "tendencias" que es como es y le vale chonga lo demás! =)

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  4. Me gusta tu sentido de exclusión, es algo que comparto, sobre todo lo de los libros, la lectura en los autobuses tambíén es un vicio mío, me hace más placentero el viaje, a pesar de la bulla con ritmo que escuchan a todo volumen.
    Hay que mantener la frescura, la tranquilidad, e ir un poco contracorriente...

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  5. ay señora hipster, la hemos perdido en el mundo geek

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