lunes, 23 de enero de 2012

Del día de hoy

Me levanto decidida a la 7 AM. Hoy a trabajar. Hay que bañarse con 8 grados, lo cual no es tan terrible. Ha estado peor.
Pienso que pienso muchas cosas. Tengo mucha MUCHA información y me cuesta organizarla. Porque cuando empiezo a leer cosas de economía me vuelvo economista. Cuestiones de la multisituación del self, decían en mi clase de análisis cuali.

Y eso me estresa. Porque tengo que leerme a mí misma como si fuera otra, de lejos, afuera, sociodemógrafa.

Me cambio. Me pongo chamarra y bufanda, que sé que me tendré que quitar más tarde. Porque luego hace calor.

Me encuentro con un amigo. Nos vamos a trabajar a un café. Para cambiar de aires. Me duele la cabeza. Puede ser que se me quite con el café. No tanto. Mi amigo me interrumpe contándome de sus lecturas (trabaja migración y fecundidad). Todo me enoja. En algún momento, le digo "Ser mujer es una mierda". No importa la lectura de Nepal, México o de Thailandia, las mujeres salen perdiendo siempre.

Mi computadora se apaga cada cinco minutos. La odio ya. La pobre que ha sido tan fiel en sus tres años y medio (o más) de compañía.

Me sigue doliendo la cabeza. A lo mejor son los lentes. Quebré mis lentes hace dos meses y estoy usando unos viejos con la graduación de hace dos años.

Efemérides: Hace 20 años se firmó la Ley de Amnistía. La ley por la cual no se pueden juzgar los crímenes de lesa humanidad perpetrados en el conflicto armado, del que comentaba hace un par de días. A veces pienso que más que la paz, se debería recordar ese momento, donde todo empezó a ser virtual. Donde nos acostumbramos a que la democracia fuera abstracta.

Hay que comer.

[Demos gracias por la invención del wok].

Hay entonces un momento en el que uno quisiera guardar el velo de la ignorancia. Y no. Uno ve a su país, desde lejos. Duele. Como para recordarnos hace 20 años de la Amnistía, hace 80 que mataron a Farabundo Martí, como si viviésemos en el eterno retorno, hoy una de las instituciones creadas después de los Acuerdos de Paz, la Policía Nacional Civil ha pasado a ser dirigida por un militar, digo, por un militar retirado. Que para el presidente que lloró en la conmemoración de los Acuerdos de Paz y pidió perdón a las víctimas de la masacre del Mozote perpetrada por el Batallón Atlacatl hace 31 años, un militar retirado es un civil. Igual que el recién nombrado ministro de seguridad.

Entonces en redes sociales, el descontento. Uno piensa que debe decir, por poco que lo escuchen. Por poquito, uno se siente mejor. Que otros lo secundan. Uno se siente parte de algo. Aunque estoy aquí. Lejos de todo. Y al final todo esto, es nada. Es nada comparado con 70,000 muertos de una guerra que no se termina de terminar.

Tengo que regresar a mi casa. Camino a las 8 de la noche por un parque oscuro con una laptop con una tranquilidad que sorprendería a mexicanos y salvadoreños. Este país no logra darme miedo. Mi noción de seguridad es relativa. Pienso entonces que sí que estoy lejos. Porque me siento segura.

Llego a la casa. En el poco tiempo que uno se desconecta puede pasar o dejarse de enterar de cosas importantes. Como que un amigo lo necesita. Y que mañana tocará enfrentar a unos de sus miedos que parecen pequeños con respecto al amor que le tenés a tu amigo.

Entonces uno no sabe qué hacer. Si escribir de mi país que me duele con números y datos en lenguajes que se me mezclan y me confunden, o escribir y contar. Que es lo único que uno espera que le salga bien. Como catarsis. Como si contar aliviana las cargas.

domingo, 15 de enero de 2012

De la memoria de los que no recuerdan

El 16 de Enero de 1992 se firmaron los acuerdos de paz para la guerra civil salvadoreña. Esa que duraría 12 años "oficiales". Porque la guerra empezó antes y terminó después, como todas las guerras.

Yo no conocí a mis abuelos, los hombres. Mis dos abuelos murieron antes que yo naciera. ¿A qué viene esto? Que no es que los recuerde pero sé quienes fueron y cómo murieron. Un abuelo mío murió del mal de Chagas. El otro murió después de rescatar a un niño en balsamar. Y entonces lo que recuerdo son las historias sobre mis abuelos. Porque alguien me las contó y porque me importan porque son cercanas. Del mismo modo no recuerdo a mi madre biológica y también me la han ido construyendo de diversas formas.

¿Por qué entonces tengo miedo de veinte años de paz? Porque no sé quién se encarga de contruir las historias. Me parece que pensamos que la guerra es algo que se debe olvidar. Fue traumático, dirán. Pero uno necesita saber qué cicatrices le preceden. Porque somos parte de eso. Yo soy mal de Chagas, rescates y falta de tumbas. Y eso es parte de lo que soy. Soy también la niña que jugaba a la "comandancia apolón" -un grupo de niños "rebeldes" que no querían meterse a la casa con el toque de queda para seguir jugando- y a buscar "minas quita pie" en los columpios por mi casa. Soy todo eso. La consciencia y la inconsciencia de una guerra que nos dejó huérfanos a todos. Porque aunque se quiera olvidar la guerra sigue ahí. Vivita. A veces callada y a veces grita. Y es que me pregunto cómo es que los judíos se pasan recordando de su holocausto que pasó hace más de 50 años y nosotros en veinte años queremos tapar el sol con un dedo. Como se ha tapado la insurrección de campesina de 1932, que también nos hace ser los que somos: un pueblo ladino y obsecuente.

Me da miedo que la paz se convierta en un asueto más y que yo no pueda reconocer de ella más que el recuerdo del piso cuadriculado de Chapultepec.

[Puse enlaces a la wiki, disculparán]

viernes, 6 de enero de 2012

Llega tarde el 28

Hace dos días cumplí 28 años.

*grillo.wmv*

No es grave. Para nada. Bueno un poco sí. Los 28 años. Pues me acuerdo que de chiquita, tipo cinco años, yo decía que no me iba a casar pero que iba a vivir en un castillo con miles de hijas. Luego ya más grande y viviendo en una familia de padres jóvenes, dije que si quería ser madre algún día debía ser una madre joven. A los 23 años yo veía un bebé y me moría, tenía el reloj biológico re-activo. Después se me pasó -¡Gracias a dios o cualquier ente divino!. Pero pensé que para tener hijos yo tenía que tener menos de 28 años. No sé. Quizás porque a esa edad mi mamá tuvo a mi hermanito, que es el menor de la casa. O no sé qué cosa utilicé para llegar a este número mágico y límite. 

Entonces cumplo 28. Y no tengo para nada ganas de tener hijos.

Pienso entonces que quizás sólo viviré en un castillo.


***
Este blog cumple 6 años. Ya puede ir a primer grado y aprender a escribir. Las creaturas que crea uno.

martes, 3 de enero de 2012

2011 is so underrated

Se acabó 2011.

Al fin.

Y yo tengo que hacer un recuento, porque sí. Porque todos los años lo hago. Porque me encanta el escrutinio crítico y personal... en público.

El asunto es este: odié el 2011. Al hacer los recuentos no entiendo muy bien porqué. No tanto.

El 2011 me quitó un amigo y me dejó varios tropiezos, impasses en mi trabajo y deudas, sobre todo, eso. Pero a pesar de eso, luego no fue tan malo. Haciendo mi recuento pienso que he sido muy dura al juzgar al pobre año. Termino el año con buenos amigos, con idas a miles de conciertos -como nunca lo había hecho-, con congresos académicos y participaciones en festivales y lecturas, con clases de alemán y otro montón de cosas. Con varias visitas de amigos en el DF. REALMENTE NO FUE TAN MALO.

El asunto es este: me odié en el 2011. Y también, igual que con el pobre año, sin razón.

Pero sobre mis propósitos para el 2011, creo que cumplí un par.
1. Tener una vida más sana. Menos comidas sin horarios. Más verduras. Menos picante. Para que lleguemos a menos enfermedades que me auto-genero (gastritis, colitis, etc.) 
No completamente, pero sí como mejor. Y sí he mejorado de todas mis auto-enfermedades.

2. Hacer más ejercicio. Volver a yoga, pero además hacer cardio. Quiero rebajar, pero también quiero ser cuidar este cuerpo que me ha durado hasta ahora. Parte del mantenimiento y pinche vanidad. 
Umm, pero camino un poco más. Lo demás quedo pendiente. Aunque sí rebajé 7 kilos.

 3. Menos twitter y facebook, amén. Más productividad en mis proyectos.
Nein... Pero sí fui más productiva.

 4. Ser más organizada, más ordenada y tratar de controlar mis despistes que ya me los puedo: olvidar cosas, fechas y demases. (Se repite del año pasado) 
Nada que ver... lo que se hereda no se hurta, dicen por ahí.
 5. Ahorrar. Porque en futuros cercanos quiero viajar, no necesariamente este año. Ajá, pero viajar en serio. Cruzar el charquito que se llama Pacífico. 
Para nada, terminé con deudas.

 6. Usar los lentes permanentemente. Por ejemplo, ahorita no los estoy usando. Y de nada me sirve no usarlos, porque mi miopía y astigmatismo aumentan. 
Este lo hice... hasta que se me quebraron mis lentes. Hoy necesito unos nuevos.

7. Terminar de escribir las ideas que escribo detrás de los cuadernos. Creo que debo darme más tiempo de ser esa que dice que escribe más a menudo 
Escribí más, pero no lo suficiente.

 8. Guardar los tiempos. Los propios, los ajenos y los compartidos. Darle tiempo al tiempo dicen. No pretender que puedo ser dios y estar en varios lugares a la vez, y sobre todo, no estresarme por no tener el don de la ubicuidad. 
Este año me dio ansiedad todo, sobre todo eso de no tener tiempo y espacio para todo lo que me parece importante.

 9. Ser más inteligente que mis impulsos. Mi clásico. Creo que he avanzado mucho en conocerme a mí misma. Pero siempre me sorprendo, ja.
2012: la Ana está muy loca, WTF. Sigo en ese viaje. Encuentro qué hago mal pero no cómo deshacerlo. Puro insight condenatorio.

Y dejo algunas cosas ociosas del 2011.
Un libro que leí (porque no se publicó en el 2011): "La muerte de Carlos Gardel" de António Lobo-Antunes
Una película: "Beginners"
Un concierto: Pearl Jam - 24 de Noviembre en México
Un lugar favorito: Guanajuato
Un anime -Otaku, tan otaku-: Usagi Drop

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