Llevo ya casi 9 meses no comiendo carne. Y sí, me gustaba mucho la carne. Todavía si huelo un pedazo de arrachera medio crudo, babeo. Y entre la crueldad animal y mi propio organismo diciendo: NO, la carne nos cae mal [la última vez fue en la cena de navidad, ya comía yo muy poca carne porque ya estaba en mi proceso de lectura sobre lo que comía, y pues nada que todos muy contentos el 25 pero mi estómago me dijo YA NO]. Tomé la decisión de dejar de comer carne, todas. Y bueno, aquí hay todo un atlas bien documentado del tema y mucho más interesante que mi anécdota navideña.
Luego dejé de comer lácteos. También he reducido al mínimo el consumo de mariscos y pescados, porque así como se producen nuestros nuestros nietos no los comerán nunca.
Y no, no quería llegar a esto... volver a algunos lácteos pero reducir su consumo. Eso, cuando estás en la terminal camionera y te comés un pan (hecho con leche y huevos) con queso, porque literal, no podés más sólo con una bolsa de papitas. Hay momentos que a mí no se me da lo radical. Cuando ni siquiera hay un taco de nopal por ahí mal puesto, hay que tomar la decisión de qué será lo menos... O bien, dios mío, nadie se va morir por un pedazo de pizza de queso con los amigos, porque uno no quiere imponerse frente a los demás (tache social, el mío, mi talón de aquiles). Con todo eso no puedo decir que soy vegetariana el 100% de los días. Quizás sólo estoy en transición.
No sé qué soy. Quizás me puedan poner una etiqueta: ovo-lacteavegetariana social (afuera de mi casa), vegan friendly (pero no voy a tirar los zapatos que ya tengo, solo no compraré nuevos de cuero); a lo mejor soy almost vegan, vegan de casa. Lo que sea. Díganme como quieran. También se pueden burlar un poquito y me voy a reír un tanto más, pero la cuestión es fáctica:
Porque todo es más convincente en una infografía, porque lo de hoy es el periodismo de datos |
El ser humano piensa que todo está dado. Se produce y hay algunos costos que no pasan facturan, no pasan factura para el productor y el consumidor que come lo más barato. Yo entiendo que mucha gente va escoger comprar lo más barato, que no hay tiempo para leer de qué se trata comer distinto, que no hay tiempo de cocinar. Con reducir el consumo de productos de origen animal, no solo nos estamos haciendo un favor (la carne está carísima y pues no es lo más sano), sino que también estamos consumiendo un poquito menos cruel y menos rapazmente con los recursos naturales ¿Nadie piensa en su huella ecológica? [Mi rume ya nos puso focos de LED, le debo eso que no había pensado antes]. Y sí, sí hay crueldad aún en los vegetales, hay que intentar comprar local y al campesino por eso.
No estoy evangelizando, estoy un poco defendiéndome en mi espacio. Estoy un poco harta de la burla gratuita por mis decisiones alimenticias, sin que me hayan preguntado por qué.
Todo el mundo pregunta que de dónde saco la proteína para comer ¿de dónde la sacan los animales que se comen? |
Me he dado cuenta la poca tolerancia, por el que come distinto ¡Ustedes no se lo están comiendo! ¡No voy por la vida con pedazo de lechuga y metiéndoselos en sus bocas! ¿Pero y la proteína? ¿De dónde sacás la proteína? Preguntan todos asustados. No les importa que tome cerveza, que me desvele estudiando, que no haga el ejercicio debido. Pero mi proteína... esa sí es fundamental. No tenía idea de la fuerza de la cultura de la comida con la sociabilidad y el cuestionamiento profundo de la gente cuando le tocan sus tradiciones. ¡No puedes hacer mole con tofu! ¡Uy no se puede llamar pozole vegetariano! ¡Antinatural!. Cuando tomé algunas de mis decisiones alimenticias nunca me imaginé defendiéndolas frente amigos, contestando amplios cuestionamientos a meseros con mala cara, gente ofendida por quiero saber qué contiene lo que vende. La parte social ha sido más inesperada, no dura. Creo que es una enseñanza hasta un poco grata por imprevista, nunca pensé que aprendería tanto de nosotros como sociedad a través de lo que me como.
A veces, como dice un amigo, cuando uno se cansa de pelear, solo hay que decir "soy alérgico" y la discusión se acaba.
[Este post fue una petición de @Gvichez, un vegano más estricto que yo]
Un post data bien importante:
Hay que seguir siendo críticos con las modas de consumo incluso en el veganismo, las super dietas y sus super alimentos, lo que hacemos porque está de moda y que queremos todo rápido y milagroso. Eso también jode, hay un proceso de gentrificación alimenticia.
el tema es cuando se está embarazada, ahí se acaba todo y hay que comer carne... y todo lo demás.... salu2...
ResponderEliminarNo necesariamente. Creo que depende mucho de tu nutrición previa al embarazo y del doctor que te atienda.
EliminarYo creo en el vegetarianismo por muchas de las razones que describes. Si he de etiquetarme, soy ovolacto vegetariana, pues no he podido superar el placer de comer queso (cualquiera). Tengo 12 o 13 años de no comer carnes más que pescado y moluscos, y los consumo en pocas cantidades. Es difícil y tampoco tan barato ser vegano en este país (El Salvador). Además, pienso que los extremos son dañinos. Estoy embarazada, 5 1/2 meses, y no tengo antojos de comer carne, ni me han obligado a comerla de nuevo. Lo que si recomiendo a quien quiera ser menos carnívoro es que se asesore con un(a) nutricionista, para aprender a comer balanceado y evitar generarnos un desorden hormonal causado por un desorden alimenticio. A mi me generó una hipoglucemia reactiva, que de los males el menor, pues es reversible si sigues una dieta balanceada y cero azúcares rápidos.
ResponderEliminarExacto, prima. Yo nunca fui al nutriólogo, pero sí estuve con una app de alimentación (como un diario) para ver mi distribución de proteínas, carbohidratos y así, en lo que uno aprende a comer. Porque comer, se aprende. Igual hay que checarse con exámenes de sangre, siempre (aún si no se es vegano o vegetariano)
EliminarMmmg.... amo la carne... al pollo le tengo respeto... casi no lo como... y los mariscos...son mi vida... que aguante... yo tengo 3 años sin tomar una coca cola.. ¿eso cuenta? jajaja
ResponderEliminarSaludos,
Su.