No sé porqué entre las conversaciones en tuiter con la Virginia, resultó que le estaba recomendando leer a Hugo Lindo.
Fui a mi pequeña repisa, tomé el tomo II de Poesía Completa "Mañana será el asombro" y empecé a leer.
Dejo unos poemas que me gustan del que considero es el mejor poeta que ha tenido El Salvador.
XXVII
Nadie podrá morir mientras el día
como un espejo claro
duplique y multiplique los amantes.
Mientras las hojas
en su lento abandono
repitan el crujido de los pasos.
Nadie podrá morir
mientras el viento,
el dulce viento de los dedos ágiles,
lleve en su filo de cristal, chasquidos
brotados al amparo de los árboles.
Mientras se digan en diverso tono
las palabras de ayer,
de hoy,
de mañana,
las eternas palabras, siempre nuevas,
vírgenes cada que se pronuncian.
Nadie
mientras la manos enlazadas
busquen su vibración y su ternura,
mientras tiemble una abeja entre los pétalos.
Nadie
mientras la voz diga su nombre
y lo mantengan flameando
en el leve contorno del oído.
Nadie
mientras se rece su estatura,
se bendiga su pie,
se hable en voz baja
y vuelen mariposas por el bosque.
Nadie podrá morir mientras yo diga
tu nombre, amor.
Y he de cantarlo siempre
[De "Sólo la Voz" - 1967 ]
Yo soy esta conciencia
Esta manera simple de estar en la ventana
viendo llover.
Esta diaria agonía
de preguntar, y preguntarme el mundo,
la verdad,
el dominio invisible,
y anochecer sin nada entre las manos.
Yo soy esta conciencia, enarbolada
sobre el asta que el pez y la serpiente
y el lagarto y el pájaro y el mono
fueron labrando para mí.
Y adentro,
abajo,
en la caverna de los siglos,
toda la zoología me custodia los gestos.
Pero la zoología fue en el árbol,
y vivió de la luz de las naranjas
y el color de las hierbas.
Su sangre tiene sueño y clorofila.
Tiene cotidelones en el sexo,
yemas en el amor,
brotes menudos,
una sustancia de hoja bajo el cuerpo.
Mirad que el maíz vino de las aguas,
abuelas nuestras,
únicas paridoras del mundo,
y en su vaivén los siglos nos hallaron hundidos,
simplemente, esperando.
Del agua, por la roca, al primer musgo fino.
Del musgo, por el árbol, a la bestia desnuda.
De ella, por las torturas implacables del tiempo,
hasta el don de sabernos dioses desamparados,
lágrimas de los dioses,
invierno de los dioses
lloviendo nuestra lluvia de fatiga sin término
[De "Invierno del Hombre" en "Maneras de llover" - 1969]
Y son más pero tengo que transcribir y no se me da eso tan fácil.
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