*Sigue de la entrada anterior, pero puede leer sin la primera parte, supongo
*Aunque esto no es Rayuela
*Sigue siendo largo, dramático y además introspectivo
Cuando sabía que solo hacía falta mi maleta para ir a comprar mi pasaje Tapachula-El Salvador en la terminal, fue el primer momento en que sentí que ya estaba llegando. Pasa que después de 18 horas de viaje uno siente que ha estado en un solo lugar -en un bus- y no por todo México. Y entonces me emocioné. Le dije adiós al compañero de viaje. Me deseó buen viaje y yo le desee feliz navidad. Me puse hacer fila donde se compran los ticketes y pasó una señora de pelo corto rubio y me dijo adiós, toda contenta. Con ella había hablado en alguno de esos restaurantes en los que se para el bus para comer. Ella venía desde Sonora. Otro señor me había dicho que venía desde Los Angeles, y no venía solo, con toda su familia, niños incluídos. Ellos ya habían llegado a su destino final, pero mi viaje parecía pequeño a comparación. A mí, de alguna manera, me hacia falta 10 horas, aunque esas 10 horas empezaran desde las 7 AM del día siguiente. Eran las 4:30 pm del lunes. Sabía que llegaría hasta el día siguiente en la noche. Pero a mi me hacían falta nomás 10 horas.
-No hay ticabús
-¿No hay?
-Pero hay una corrida de galgos a las 11:15
Bueno. Yo ya veía al otro lado de la estación el hotelito recomendado y que es lindo en el que me quedaría. Compré mi pasaje. Escogí el asiento en la ventana más adelante posible, asiento 23. Y me fui en busca de mi hotelito. Quería bañarme. Quería conectarme y decirles a mis papás que había llegado. Mi abuela murió el 2 de octubre de 1992 en Cumbres de Maltrata, Veracruz. Y aunque hoy están mucho más tranquilos que el año pasado, sé que tienen razones extra para preocuparse.
Pero no había habitación, ni en ese hotel, ni en el otro, ni el otro. Me toco irme a uno que costaba bastante más y que además no era bonito. Le dije a la señora que quería ver la habitación, pero después le dije que inmediatamente que sí cuando me dijo que tenía internet. Me subieron la maleta -soy una pequeña dama que no sube maletas-. Me acomodé y quise conectarme.
-¿Oiga cuál es la clave del internet?
-Espéreme un ratito que lo voy a conectar
Encendí la tele. Yo no suelo ver mucha tele. Primero porque durante casi dos años no tuve. Y segundo porque cuando tuve no tenía cable. Y hoy tenía cable. Extrañamente puse el 44, era el warner, como por inercia. Durante muchos años en el servicio de cable de El Salvador ese canal era el warner. Fue raro.
Me pude conectar, mandar correos, mensajes. Decir todo de estar viva. Me bañé en una ducha que no tenía ni cortina ni puerta. Me sentía como apenada aunque no hubiera nadie en mi cuarto. Entonces me di cuenta: No traje ni cepillo de dientes ni desodorante.
Salí a comer. Me fui al "Disfrutas", enfrente de la terminal de buses. Si un día van tienen que probar las aguas, que realmente son licuados de agua con fruta. Eran las 6 de la tarde. Y yo comía yo solita viendo la tele. Vi en el menú y decidí qué iba a desayunar. "Si mañana salgo tarde, aprovecharé para desayunar".
Pedí que encendieran el internet. Me puse a ver tele. Y me intenté acomodar en la habitación. El aire acondicionado sonaba super fuerte. Había un florero en la esquina, lleno de flores artificiales. Había un rótulo de "Por favor no limpie los zapatos con la toalla". Y la cama tenía una ropa de cama colorida, como típica, que olía un montón a detergente. Lo cual me dio confianza hasta que me empezó a picar -y seguramente fue mi neurosis y no nada de la cama.
El teléfono. Me asusté.
-¿Ya va desocupar el internet?
-¿Ah?
-Es que queremos desconectarlo.
No sé cuál es la política del internet y estarlo conectando y desconectando. Parecía como que yo era alguien que comía de más en un buffet. Me sentí hasta apenada y así que dejé que lo desconectaron.
Dormí. Bien. Más de 10 horas.
Baño y desayuno. Hoy en el desayuno habíamos más comiendo solos. En mesas grandes de 4 ó 6 , todos comiendo solos viendo la tele. Era uno de esos programas matutinos. Y había recuento de los mejores momentos en la telenovelas. Me di cuenta de cómo terminó la novela de lucerito. Dos comensales se sentaban a la par mía y ordenaban un desayuno muy similar al mío.
En una de esas, la comensal y yo nos reímos al unísono de unas cachetadas de telenovelas. Y fue divertido. Comí, aunque ya no quería, pero no quería dejar nada en mi plato y me fui. Fui por mis cosas y ya iba siendo hora de irse a la estación. En la fila -pequeña- para registrar el equipaje iba un chero de pelo largo, colocho y con pasaporte Nica que le preguntaba al señor tico, supongo, que si en San Salvador se podía agarrar el otro bus. El señor le decía que sí. Uno de los comensales del desayuno llevaba muchas maletas -entre esas cosas que se veían que eran instrumentos musicales-. Y me sonrió y me preguntó que si iba a San Salvador también.
-¿Sos de allá?
-No, yo soy de Guadalajara
-Ah
Era un músico de Guadalajara que viajaba con su hermana. Que quería tocar en Costa Rica. Venía en tierra desde tierras tapatías. De la nada sacó un disco y me lo regaló. El grupo lo pueden encontrar aquí: http://www.pneumus.com/. Lo oigo ahorita de soundtrack mientras escribo. Agradecí y le dije que qué lástima que no tenía un discman. Nunca pensé decir tales palabras. Le dije que me iría a sentar.
Ahí, sentada en la estación, me encontré a Cindy. Una guatemalteca que regresaba a su casa después de tres años de trabajar en diferentes hoteles. Venía desde Michoacán. Que estaba emocionada. Que trabajar en turismo es cansado y que la discriminaban por ser guatemalteca, aunque era bien chelita.
-¿Cuál es tu asiento?
-23, le dije.
-¡No es cierto!
El suyo era el 24.
Y llamaban : "Los de El Salvador".
"dejé que lo desconectarOn"
ResponderEliminarehhhh
y me cae mal esta función de reconocer identidad de google porque se tarda mas y es más fastidiosa.
Gracias ¿Sabías que te amo? Sé que siempre sos mi mejor corrector de estilo.
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