viernes, 24 de diciembre de 2010

Y a fuerza de partir voy saber lo que es volver, volver (I)

*Esta es la crónica de un viaje anunciado
*Post largo y dramático.
*Parte I - Llegar a Tapachula

El domingo 19 de diciembre fue un día que terminó en el inicio de un viaje largo.

-¿Te vas por tierra?
-Sí
-¿Y cuántas horas son?
-Como 30-32 pero no las haré de un solo

Y la gente me miraba desde ya con una cara de "Pobrecita, niña". Esa fue una conversación recurrente. A esto agregarle un "¿No te da miedo?" o un "¿Y vas sola?". Y así...
Recién mudada de depa, recién terminada del primer semestre del doctorado y con una maleta armada en una hora, yo llamaba de vuelta a un taxi que llegaba tarde para irme a dejar a la terminal de buses de norte (¿si voy para al sur, por qué salgo del norte?).
-Me dijeron que era el depa 40X
-No. es el depa 20X

Genial. Pensé. Me iba yo... cansadísima. Los últimos días habian pasado entre dos fiestas institucionales y unas muy buenas reuniones de amigos, un brevísimo viaje al Estado de México y terminar de afinar algunos detallitos. Me senté y le dije al taxi que se fuera por el lado más corto, porque yo no sé cómo llegar a la TAPO. Aún soy extranjera. Así lo dice mi documentación y así me sigo sintiendo.

Llegué a la TAPO, que en esa noche de domingo parecía un domingo en la calle Madero del centro de la ciudad de México. Llenísima. Hice una fila para documentar la maleta. Si armar una maleta implica olvidar regalos, cepillo de dientes y desodorante, ya tengo una profesión.

-Oiga tiene la mochila abierta y se le ve la compu.

Ese fue el samaritano número 1. Hubo varios. Viajar no está llena de gente mala y rencorosa. Si no de gente que también quiere llegar con su familia en las fiestas. Gente humana, pues. A veces, demasiada humana.

El bus, como mi taxi llegaba tarde. En estos viajes nunca se llega a tiempo. Y me fui a mi asiento 4, ventana, al frente de un ADO GL, con destino a Tapachula. El tiempo estimado de viaje 16 horas y cacho decía la página de ADO. Yo sabía que seguro serían más... Ya había hecho ese recorrido, con una amiga. Pero hoy iba sola. Confiando en que mi MP3 con la selección de 1gb de música de hace un año me siguiera gustando, porque no tuve tiempo de cambiarla. Y a penas compré un par de baterías y un jugo en la estación.

Un poco malhumorada, le dije al del asiento 3 que quitara su botella del lado de mi asiento. Y que me diera permiso. Me senté. acomodé mis cosas. Puse mis audífonos en el asiento y pasé oyendo una música extraña pero que me servía para irme del asiento y ver un poco la ventana. Aunque no pude dormir. Empecé a ser consciente de todo mi cuerpo. De donde estaba apoyada, de qué se me cansaba y que tenía que moverme, de mi gastritis de la que casí nunca me percato (me di cuenta que tenía gastritis hasta que un doctor me tocó la panza y salté), de todo. Yo era mi peor enemiga para dormir en bus. Pero lo logré, a cuotas de dos horas. Y uno que se levanta cada vez que se llega a una estación y hay cambios de pasajeros. Pero luego de un rato (bueno, como 8 horas) ya casi todos íbamos para Tapachula.

-Mamá, invades mi espacio - gritaba un niño muy pequeño atrás. Otra madre e hija, pero hija adulta, discutían de cuentas. Eran las 4 de la mañana y llegabamos al restaurante donde yo comí la otra vez. De noche el lugar era un poco siniestro pero había baño y la gente comía como si fueran las dos de la tarde.

Seguí dormida, hasta las 8 y 30. Me desperté y desayuné. Saqué una galleta de avena y abrí el jugo. Saqué otra galleta para dársela al tipo cuya chaqueta de cuero y su olor me molestaba, así como me había molestado que había puesto su jugo en mi lugar. Todo eso exacerbado por mi mal humor. Pero era otro día. Y había que desayunar. La tomó. El iba leyendo un libro raro. No lograba ver de qué era, pero tenía como muchos apartados y números y negritas. Parecía una ley o algo y vi que tenía marcadores de cuatro colores.

La tomó. Y luego me preguntó que para dónde iba, que de dónde era... Él era de Guerrero. Iba para Tapachula, destino final. Nunca supe su nombre. Era testigo de Jehová. Pero no intentó evangelizarme. Me contó de las diferentes traducciones de la Biblia, de en cuántos idiomas está traducida -no me acuerdo-, de cuántos idiomas se lee la Atalaya y así. De cómo habían muchos grupos indígenas en Guerrero y Oaxaca.

Ya estábamos en Oaxaca. Desde hace rato. Y vi por la ventana molinos de vientos. "La ventosa". A veces digo que es necesario que yo ya tenga cámara. Pero San Google ya tiene muchas fotos de lo que vi, aquí. Increíble... se veía tan bonito. Un señor con cámara de video se acercó hacia adelante y empezó a filmar. El nuevo conductor, tenía una música tantito más norteña. Pero no me molestaba. Una parada a comer. Y poco más de cuatro horas de camino.

Me dormí, intenté ver una película, pero me dormí. Cuando me despertaba miraba el camino. A veces parecía un paisaje conocido, a veces todo lo contrario. Es como raro intentar nombrar algo que no sé. A veces el señor de la par me hacía preguntas de lo que para él era un lugar lejano, mi país. Me dijo que quería ir a ayudar a sus hermanos allá, le dije que tenían ya bastantes adeptos. Un rato hablamos de las maras -tema obligado- , de la inseguridad en México. Me preguntó cómo eran las gasolineras, cuánta gente vivía en mi país y cuanto tiempo seguiría viajando. Nunca intentó convencerme. Me dijo nomás "¿Fue alguna vez a un templo?", le dije: "No". Pensé que empezaría. Pero no. Confieso que me preguntó porqué no me vio evangelizable... quizás soy un caso perdido y mi poca fe es notable a primera vista.

Con un poco de tráfico y después de dejar Tonalá y Huixtla... ya hacía falta muy muy poco para llegar a Tapachula. En la entrada de Tapachula, un rótulo del Pollo Campero y ya sabía que iba llegando a casa.

4 comentarios:

  1. Confieso que yo sí estaba preocupado por tu viaje por tierra y que también me preocupa tu regreso. Al menos la primera parte ya la libraste con bien.

    :D

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  2. Me gustó mucho tu texto. Me encanta cómo haces mucho énfasis en que eres extranjera, pero 1. Haces una comparación con la calle Madero, como toda una experta, y 2. Te agrada la música norteña del conductor.

    La gente se alarma mucho por dos cosas: la idea de una chica viajando sola en carretera y los viajes largos en autobús. En cuanto al autobús, no es tan malo. Para uno que ha sido usuario asiduo de microbuses, un autobús, aunque no sea de primera clase, es como una suite presidencial en el Hilton. Más aún si te has quedado dormida en un micro -yo lo he hecho en incontables ocasiones-, entonces esto es pan comido y el cielo de la comodidad.

    Sobre las chicas viajando solas, lo que mucha gente olvida es que vivimos en una de las ciudades más peligrosas, hostiles y mierderas del mundo. A mí me da más miedo tener a Diana yéndose diario a la oficina y regresando a casa, que si tuviera que viajar sola a provincia en carretera una vez en la vida.

    Tu experiencia lo confirma. Vas bastante bien. Espero las siguientes partes. Un abrazo.

    Abraham.

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  3. ¡Ay, tan bonitos! :3 ¡Gracias por pasar! A mí lo que más me da miedo de viajar sola es que soy muy muy despistada y puedo perder las cosas (más que me las roben). Pero salí bien librada

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  4. "Confieso que me preguntó porqué... "
    ¿él te preguntó? ¡¿ah?! ¿ahhh?

    Ahora sí puedo dejar escrito aquí que sos como george constanza y esperabas que te lavaran el cerebro después de limpiar tu alfombra.

    Agradecé que tu aparatito tenía más memoria y, por ende, más opciones musicales (estoy seguro que desde ya lo tenes preparado para el regreso).

    ¿cuál era la película? eso quiero saber. Las opciones filmicas de un autobus suelen ser lo más pintoresco.

    Es mejor quedarse en el bus cuando todos bajan...al menos para mí...y así veo cuál asiento está disponible y NO HAGO CASO y me cambio y me estiro y me apropio de dos asientos seguidos :)

    FTW...tuve que googlearlo...wtf!

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