La estúpida costumbre de no olvidar los nombres de los amantes,
de llamar al perfume agrio de la noche,
y de murmurarle a la almohada los sueños que no recuerda
La insaciable conducta de castigarnos con las huellas,
de mutilar los caminos silenciosos en el cuerpo,
y de buscar el ansia en el recóndito furor de las mañanas
La manía taciturna de comernos con la vista el horizonte,
de enumerar la esperanza en las estrellas
y de siempre dibujar las bocas que aún nos quedan por amar
Creo que son hábitos sanos aunque a primera vista parezcan manías insanas.
ResponderEliminarO no sé... quizá yo pertenezco al inventario de maniaticas.
Beatriz
(La misma de siempre, hoy me dio pereza registrarme como usaurio blogger.. el lío de la versión beta)
Andale... Ése es un estilo propio de decir las cosas. Muy intenso, además.
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