miércoles, 28 de febrero de 2007

El observador

Siempre llueve y las calles se inundan de ojos. Los ojos se esconden en nuestros zapatos. Nos muerden cuando caminamos. Alguien se detiene a ver su pasado. Cierra los ojos. Descansa. Duerme. Los demás abrimos los ojos y vivimos un día más en la oscuridad de su mirada.

Mañana también lloverá.

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